el maltrato invisible.

ADULTOS CURANDO SUS HERIDAS INFANTILES.

Se suele pensar que el maltrato es golpear a un niño, que el abuso se manifiesta a través de insultos, o se piensa en sus manifestaciones más oscuras como es el abuso sexual.  Porque estas son las formas más conocidas de maltrato. Sin embargo existen otros tipos de maltrato que pueden pasar inadvertidos a simple vista, dejando secuelas que persisten profundamente hasta la vida adulta.

LA NEGLIGENCIA EL ABUSO SILENCIOSO.

Una de estas formas de maltrato es la negligencia, es no atender adecuadamente las necesidades del niño o niña.  La negligencia se puede manifestar desde exigir que el niño coma cuando no tiene hambre, o no darle de comer cuando tiene está necesidad y pretender que el niño actúe como un adulto; también es negligencia si los padres solo dan de comer al niño lo que quiere, aunque eso signifique descartar alimentos necesarios para su desarrollo.

La negligencia puede manifestarse como resultado de expectativas inadecuadas de los padres frente a la realidad del niño y se muestra como sobre- exigencias en su desarrollo.

NIÑOS ADULTOS.

Muchas son las historias de privación que se pueden escuchar, cuando un adulto que fue niño tratado de forma negligente acude a consulta.  No faltan las historias de niños obligados a acompañar a sus padres a reuniones de adultos, la tarea que se impone al niño es no molestar, comportarse o mantenerse en silencio; es decir no actuar como niño.

Niños obligados a cuidar de otros niños, los hermanos menores, tratando de hacer lo que no saben hacer frente a la necesidad imperiosa de ser los responsables mientras los padres no están.  También aquí encontramos a los niños que se vuelven mensajeros entre los padres, traen y llevan recados en relaciones tensas.

niños de escaparate.

Niños privados de lo básico mientras los padres mantienen las apariencias hacia el exterior pero dentro de casa hay carestía, y no me refiero a las clases económicas pobres, sino ha decisiones de padres que prefieren vivir un estilo de vida incongruente con sus posibilidades.  Son tan insólitas las historias de estos adultos que fueron niños que vivieron necesidades muy básicas, que los problemas de estas personas tienen que ver generalmente en relación con el dinero y el trabajo. 

niños 10.

Niños exigidos a ser los mejores en cualquier actividad, principalmente en los estudios, niños responsables de ser el orgullo de sus padres, sin derecho a equivocarse.  Niños exhibidos como trofeos, como mascotas de concurso,  sobre todo niñas obligadas desde muy temprano a romper la relación saludable con su cuerpo, con su belleza natural, incluso con su inocencia.

Niños obligados ha hacer deporte, a no comer determinadas comidas, sea por un perfeccionismo excesivo de parte de los padres en cuanto al cuerpo o por una exigencia de éxito en los deportes. Estos niños se convierten en adultos en extremo perfeccionistas y en extremo exigentes consigo mismos.

 

NIÑOS DE CENTRO COMERCIAL.

Niños retados por ensuciar o romper su ropa, niños prohibidos de jugar al aire libre, niños enjaulados dentro de sus casas, en centros comerciales totalmente limpios, en lugares prefabricados para su supuesta seguridad, al mismo tiempo que pierden su capacidad creativa, pierden el contacto con la naturaleza y con la vida.

 

LO BÁSICO DEL CUIDADO.

 Otras veces la madre o el padre están tan ocupados en sus propios asuntos, que se pretende que el niño se atienda a sí mismo; cuando un niño se acuesta a dormir con la ropa del día, incluso sin retirarse los zapatos; cuando un niño va con el uniforme sucio o no hay quien le peine en la mañana o quien se ocupe de su baño. O cuando un niño no es atendido cuando siente dolor, eso es negligencia, el padre o la madre no están ocupándose de ese niño, le tratan como si fuera adulto y dejan que el resuelva tareas para las cuales aún no está preparado. En muchas ocasiones estos niños al convertirse en adultos no han aprendido a escuchar a su cuerpo y sus necesidades,  perpetúan así la negligencia como una forma natural de vida.

HOGARES SIN AMOR.

Niños testigos de desamor, de ausencia, de silencio, de actitudes adultas que les roban la esperanza frente al amor o al compromiso.  Niños que viven en un silencio lleno de tensión, donde los padres no pelean, simplemente porque no se dirigen la palabra, donde cada uno cumple automáticamente lo que le toca hacer pero no hay relación de pareja, el hogar no es un lugar seguro, muchos adultos describen el hogar de su infancia como un sitio incomodo, frio, sin color. Y en la vida adulta pueden renunciar a crear para sí un hogar, un lugar seguro.

 

ADULTOS QUE FUERON NIÑOS CONSENTIDOS.

Al otro extremo de la negligencia, y por eso mismo igual de peligroso, está la sobreprotección, desde mi punto de vista una de las formas de maltrato menos evidentes por la aceptación social con la que cuenta.

 

La sobreprotección y la extrema complacencia de los padres frente a los caprichos del niño, echan a perder una saludable estima propia y la capacidad de resolución de las tareas del desarrollo; un niño en extremo consentido no aprende a frustrarse, y no aprender a lidiar con la frustración significa no madurar.

 

Cuando a consulta psicológica acuden adultos abatidos por los problemas típicos de la vida, y se sienten indefensos frente a las adversidades que tienen que afrontar, con seguridad es más difícil para un adulto que ha sido un niño consentido poder encontrar la fuerza necesaria en sí mismo y la capacidad de reaccionar frente a las pruebas, así como también poder encontrar caminos alternativos para salir del aprieto, precisamente porque nunca tuvo la necesidad de hacerlo; sus padres en su infancia, adolescencia y muchas veces adultez, le evitaron supuestamente el dolor, y con ello la posibilidad de crecer.  Estos padres no han formado en el niño la capacidad  de creer en sí mismo.

 Los niños que pueden obtener de todo a nivel material se convierte en adultos insatisfechos, nada de lo que puedan lograr tiene la menor gracia, es como si todo se diera por sentado y por lo tanto todo perdiera importancia.  Los niños preocupados por la marca, por la apariencia, por lo superficial, se transforman en adultos con vacíos muy profundos que ningún objeto puede llenar.

CONSTRUYENDO UNA NUEVA VIDA.

La crianza va formando o deformando nuestra personalidad, durante la infancia la posibilidad es vivir lo que la familia ofrece para bien o para mal.  Pero un adulto que ha sufrido algún tipo de maltrato no tiene porque vivir un futuro determinado por su pasado.  Claro la vida adulta ofrece la posibilidad de decidir, de curar, de encontrar las maneras de trascender el dolor y contar con nuevas posibilidades para la vida.  Las tareas inconclusas en la infancia pueden trascenderse para encontrar las fortalezas escondidas.  El trabajo para avanzar más allá del dolor y la pérdida no es sencillo, pero es posible y es una oportunidad que cada persona merece tener.

 

Dra. Isabel Ayala Vera.

PSICOLOGA CLÍNICA

INGENIERA COMERCIAL

ANALISTA JUNGUIANA

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Los derechos del texto y las fotografías son de Paola Isabel Ayala Vera. Se puede citar el presente artículo con la debida referencia