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la fortaleza de la solidaridad.

Este artículo se lo dedico a todas las personas que han juntado sus manos para el Ecuador frente al terremoto, a todos aquellos que han dejado a un lado sus necesidades y han sabido dar.  En especial a los miembros de los equipos de rescate que han podido encontrar el verdadero significado de la compasión.

 

lo que la tragedia no puede tocar.

Los momentos trágicos individuales o colectivos, aquellas crisis que surgen en forma inesperada y ponen en riesgo no sólo la integridad física, sino también la dignidad humana, pueden trastornar la vida diaria de formas realmente impactantes, los fenómenos naturales ponen en evidencia la verdadera vulnerabilidad. 

 

 

 

Sin embargo frente a esa vulnerabilidad y como es de esperarse, aparece su opuesto a la vista, la fortaleza.  En este caso una fortaleza que se refiere a lo indestructible del ser, aquello que nada ni nadie puede profanar, una fortaleza que no puede ser medida, ni pesada.  Ya que habita en silencio en lo más profundo del alma humana, esa fortaleza para decir sí a la vida, aparece en las víctimas de catástrofes cuando a pesar de todo siguen en pie y también aparece en los que se vuelven solidarios con otro ser humano en desgracia, con alguien que no se conoce, y sin embargo que en un momento, su dolor se convierte en dolor propio.  

 

la entrega.

Frente a un evento catastrófico, donde se encuentra desolación, miedo, desesperación y muerte,  la pregunta que surge es: ¿Qué se puede ofrecer a quien se encuentra en medio de la tragedia?.  Encontrar la respuesta es lo que moviliza a miles de personas, que quieren consolar al que sufre. Lo que se puede ofrecer es todo y al mismo tiempo nada, porque nada de lo que se haga podrá compensar la pérdida. 

Sin embargo lo que se viene a entregar sí puede ser de gran valor durante la crisis, puede sostener en los momentos más frágiles, puede acoger cuando se necesite, puede aliviar.  La entrega de uno mismo, de recursos, de las propias capacidades.  La entrega del tiempo,  es sencillamente lo más valioso que podemos dar en medio de la oscuridad.

el llamado de la empatía.

Qué es lo que surge en el alma humana cuando se ayuda a quien lo necesita; sin importar el peligro que esa ayuda puede significar para sí mismo.  Hay muchos misterios que se nos están olvidando, al centrarnos en una vida de consumismo y apariencia, nos olvidamos de lo que realmente vale, y que está a nuestra disposición siempre, la calidad humana, que puede surgir en un momento crítico, ha sido conmovida por el dolor ajeno, es lo que guarda el corazón y se suele volver evidente cuando más se necesita.

 

 

 

Cuando se presenta la crisis puede suceder lo inesperado, de pronto el dolor del otro importa, de pronto la suerte del otro duele, y la persona se encuentra invadida de una necesidad profunda de hacer algo, por ese otro que no se sabe quien es y que no importa quien sea.  Porque lo que realmente importa es lo que sucede cuando la compasión inspira el corazón y eso conduce a la acción en bien de la persona que la necesita.  Acciones muchas veces heroicas, impensables y dignas de ser reconocidas.

 

 

 

Los rescatistas no tienen un trabajo altruista, los rescatistas de catástrofes tienen un llamado a la empatía; muy personal y muy profundo, por eso han elegido esa actividad para su vida.  Lo que se pone en riesgo en un rescate, es sencillamente todo, la integridad física y emocional en primer plano.  La persona que realiza un rescate nunca vuelve a ser la misma después de cada experiencia, porque quiera o no la situación tocará sus fibras más intimas.

llevar esperanza.

Cuando el corazón se ha compenetrado con el corazón del que sufre, surge la posibilidad que de una manera no evidente se vaya transmitiendo esperanza.  Esta esperanza no es por algo tangible, no viene de ofrecimientos, ni de dadivas, no es por algo que pronto se hará.  Es algo que se entrega en silencio, con la simple presencia, es una esperanza sobre la vida misma.  Una esperanza que tiene como fin abrazar al que necesita, hasta que pueda encontrar en si mismo el cimiento necesario para sobrepasar la crisis y volver a vivir. 

 

 

 

la compasión restaura la dignidad.

Acompañar al que sufre, es una frase aparentemente tan simple y llena de significado, porque frente a la tragedia muchas veces no hay nada más que hacer que acompañar, estar ahí, en ocasiones no físicamente, porque muchas veces no es posible.  Hacerle saber al otro que no está solo, mostrarle una actitud de apertura total a la condición humana, devuelve la dignidad al sufriente, el dolor es parte de la vida, poder comprender el dolor del otro, nos vuelve a centrar en lo poco que podemos hacer frente a fuerzas que son más grandes que la propia vanidad y nos devuelve la honestidad que necesitamos para asumir nuestras debilidades y decidirnos a vivir una vida con sentido.

 

La compasión es un bálsamo que suaviza la pena aunque no se pueda cambiar la realidad. Y abre la puerta a la sanación.

 

 

surge la resiliencia

Afortunadamente en medio de la crisis en un momento, la persona dolida puede sentir que hay algo en ella para poder soportar lo que ha pasado, sin saber empieza a aparecer su propia capacidad para buscar formas de sobreponerse a la adversidad, es como si la manta del dolor que pesaba tanto se vuelve cada vez más liviana, permitiendo que las cualidades propias den la batalla por la vida.  Eso se ve en las salas de cuidados intensivos, cuando de pronto la persona que ha permanecido inconsciente y muchas veces desahuciada, saca fuerzas de flaqueza y su organismo responde al tratamiento, salvando su vida.  A nivel emocional la resiliencia propia de la personas que atraviesan una tragedia, hace que se adapte de alguna forma al momento crítico, que se vuelvan visibles cualidades, hasta ese momento desconocidas e indispensables para poder sobrevivir y luego para poder encontrar una nueva forma de vida.

 

Dra. Isabel Ayala Vera.

PSICOLOGA CLÍNICA

INGENIERA COMERCIAL

ANALISTA JUNGUIANA

+593996050245

Los derechos del texto y las fotografías son de Paola Isabel Ayala Vera. Se puede citar el presente artículo con la debida referencia