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UNA VIDA A LA CARTA

La tendencia social hedonista, busca placer inmediato, una vida sin dificultades, ni crisis, ni compromisos, ni ninguna cosa que entorpezca el camino que supuestamente hemos diseñado para nuestra existencia; como si la vida pudiera diseñarse, como sí fuera un plato a la carta, esto sí y esto no. 

 

Cada vez más las personas llegan a la consulta por una sensación de vacío que está minando su día a día.  Un vacío relacionado con no poder alcanzar aquellos preceptos contemporáneos, referentes a que nuestra mente crea nuestra realidad, mal entendidos, por supuesto puede generar culpa, ira y decepción a las personas que, haciendo todo bien, siendo una persona de bien;  no reciben más que reveses de la vida, desde un punto de vista despiadadamente perfeccionista.

 

La obtención del placer debe ser inmediata, sin espera, por eso el alto consumo de la comida chatarra,  como las otras cosas chatarras que podemos consumir en la sociedad actual.  Si miramos alrededor podemos ver como la sociedad se comporta frente a la búsqueda de satisfacción inmediata; las compras compulsivas, los juegos de azar, la adicción a la comida, al sexo o a las drogas de cualquier tipo, muestran la incapacidad de tolerancia a la necesidad o de espera, a encontrar algo realmente satisfactorio que nutra.  Claro, no se escapa de estas búsquedas la  espiritualidad exprés o el autoconocimiento prefabricado, la iluminación en 4 sesiones. Como si todo fuera cuestión de abrir la lata y consumir el producto, todo listo, sin esfuerzo, sin compromiso, sin necesidad de constancia ni perseverancia, sin trabajo.

 

¿Para qué?,  si todo está a la venta.  Los talleres o cursos de desarrollo personal que ofrecen cambiar la vida y que de aquí en adelante todo sea armonía y prosperidad; a través de mentiras como: “Atrévase a vivir plenamente”, “Este curso puede cambiar su vida”, “Sane de una vez por todas su traumas”, “Reformatee su pasado”, “Sea una persona de éxito” etc, etc, etc.  

 

Entrando en el juego de la oferta y la demanda por supuesto cantidades importantes de dinero circulan sin ningún impedimento;  ya que hay tanta gente que le urge las soluciones rápidas, sin contratiempos, sin esfuerzo, sin incomodidad a cualquier precio. Entonces les venden el elixir de la vida eterna, tal cual como los charlatanes de inicios de siglo XX en sus carretas, que iban de pueblo en pueblo endulzando los oídos de los ingenuos.  La psicoterapia flash no es la excepción, pseudo profesionales, avalados por cursos tan superficiales como los tratamiento que ofrecen, llenan el mercado, tergiversan y distorsionan décadas de investigación científica. Lo hacen desde la experticia en un discurso prefabricado, vendiendo soluciones rápidas relacionadas con el pensamiento mágico.  Así es pisoteada la búsqueda espiritual y de conciencia hoy por hoy.

 

¿podemos comprar todo?

Parecería que todo puede comprarse en el mercado, en sociedades cada vez más materialistas todo se consigue y todo tiene un precio,  no se necesita perder tiempo buscando y cultivando la amistad; no se necesita invertir tiempo en crear relaciones, si a la mano podemos conectarnos a una red de nuestro interés,  participar en una conversación con alguien que no conocemos; publicar nuestra ideas y sentirnos parte de una comunidad virtual.  También se puede acceder a sexo virtual, para eso los estímulos visuales que se encuentran a un clic de distancia están a la orden del día, ya no se necesita invertir tiempo en la seducción, ni comprender la sensibilidad del otro, ni esperar que surja el deseo en una relación de carne y hueso, es suficiente con conectarse con las imágenes eróticas que se encuentran en la red.

 

Los grupos de chats son cada vez más populares, el momento menos pensado sin pedirlo estamos formando parte de una conversación, a veces interminable y sin sentido con personas que apenas conocemos y que probablemente no nos interese conocer, si te cansas solo tienes que apagar el teléfono o el ordenador.  Es tanta la sensación de soledad por la incapacidad cada vez más creciente de saber establecer contacto con otro ser humano, que esas conversaciones superficiales se convierten en modos disponibles de relacionarse, o por lo menos creer que lo estamos haciendo.

 

LOS PROCESOS QUEDARON EN EL PASADO.

Sí, ya no se necesitamos saber hacer una masa para hornear un pastel, sólo tenemos que  comprar la caja donde todo ya viene en las cantidades exactas y con los ingredientes adecuados para que no vayamos a cometer un error.  Ya no se necesita hacer ejercicio físico o buscar el tiempo y hacer el esfuerzo por tener una buena alimentación; podemos modificar el cuerpo como lo imaginemos y en un momento, en el mercado existen todo tipo de cirugías y  tratamientos estéticos que evitan el proceso antipático de cuidar el cuerpo día a día.  ¿Por qué una persona se vuelve adicta a las cirugías plásticas? Pues, porque es rápido, no implica ningún compromiso más que tener que pagar la cuenta y los resultados son inmediatos, satisfacción al instante, que más se podría pedir.  Evita el esfuerzo y nuevamente el compromiso.

 

Qué sentido tiene el cortejo, el conocer poco a poco a una persona, las tertulias, los encuentros que van creando cada vez más confianza y cercanía, si podemos programar citas por la red, de la intimidad que más nos guste con sólo encontrar el enlace adecuado.  Y si nos cansamos sólo tenemos que bloquear la página y ya está, problema resuelto.

En una sociedad de satisfacción inmediata, todo es descartable, desechable, todo es reemplazable.

SE TERMINÓ LA TOLERANCIA.

Cuando el principal valor de una persona es su satisfacción inmediata, cuando sólo se vela por los propios intereses sobre los de los demás, cuando la lealtad y la estima han pasado de moda, se van creando poco a poco relaciones con fecha de caducidad, espacios sin significado, experiencias sin sentido.  Si una mascota crece y nos estropea los muebles, la podemos dormir para siempre, eso es menos trabajo que educarla.  Las relaciones ahora son tan pasajeras como el tiempo que nos demoremos en perder la paciencia con el otro;  para qué sufrir, para qué llorar, si podemos buscar en el mercado de la satisfacción una nueva persona que nos dé más y nos exija menos.

 

Si un niño o adolescente, no se comporta a la altura de lo esperado entonces lo podemos reformar, buscar tratamientos que te lo dejen tal como lo hubiésemos querido, que le quiten esas mañas que no hacen más que amargar la vida; si un abuelo anciano empieza a ser un inconveniente, pues también hay donde recluirlo, para que la vida sea como debe ser, sin contratiempos.  Una mujer me dijo una vez, hablando sobre su madre que tuvo un accidente cerebro vascular, refiriéndose a la vida de su madre “esto ha sido largo, parece que no se acaba”.

 

Una sociedad fijada en el placer inmediato es una sociedad capaz de erradicar todo lo que no cumpla los estándares impuestos.  Entonces cómo nos puede sorprender el vacío interior, el consumo inaudito de ansiolíticos y antidepresivos, cómo puede sorprendernos las altísimas tazas de suicidio que se incrementan día a día, una sociedad sin sentido, que ha perdido el sentido de las relaciones, de los encuentros, del contacto, de la lealtad y del compromiso; y con ello han minado y seguirán minando las emociones de los mismos que diseñan su vida a medida, cuando caigan en cuentan que hay factores que no se controla, que nunca se controlarán y que corresponden a otro orden de las cosas, muy alejada del egocentrismo y de los intereses individualistas.

 

Dra. Isabel Ayala Vera.

PSICÓLOGA CLÍNICA

INGENIERA COMERCIAL

+593996050245

Los derechos del texto y las fotografías son de Paola Isabel Ayala Vera. Se puede citar el presente artículo con la debida referencia