La vida se compone de experiencias, es verdad, sin embargo entre menos significativas sean las experiencias la vida misma se vuelve menos significativa.
El encuentro con otro ser humano con el que en un momento se intima se convierte en algo de lo que se tiene que escapar, en el intento desafortunado de no involucrarse más de la cuenta.
Tal vez sí nos dejamos impactar por la belleza suprema, podríamos soltar el andamiaje que nos mantiene cautivos en roles que van rigidizando nuestra esencia. Tal vez es el momento de devolverle su lugar a lo que importa, de darle la preeminencia a lo fundamental.