COMPARTIR PARA VIVIR.

 

 

Se lo dedico a todas esas personas dispuestas a crear lazos de afecto.

 

En el trabajado psicológico con grupos de ancianos podemos confirmar el desgaste emocional que genera la soledad y el aislamiento, también se puede afirmar el cambio positivo que se evidencia en estas personas cuando tienen un grupo afín con el cual pueden compartir sus inquietudes, sus ideas y su tiempo.  El cambio es evidente el lenguaje corporal lo muestra, la actitud se modifica en forma positiva, dolores y molestias que antes ocupaban la mente del anciano pasan a segundo plano, y esto porque la compañía es vida.  Sin embargo la soledad y el aislamiento pueden llegar a ser muy comunes en el tiempo en que vivimos, en personas de cualquier edad.

 

aislamiento

En una Era Tecnológica de comunicación global e información al instante. ¿Podemos pensar que realmente estamos comunicados?, solo porque nuestros teléfonos y ordenadores reciben avalanchas de información a cada instante, solo porque podemos conocer que al otro lado del mundo algo acaba de suceder.

 

Adolescentes y adultos hipnotizados frente a su celular, es una escena frecuente, navegando en el ciberespacio,  absorbidos por lo que la red muestra, tecleando caracteres y más caracteres, desconectados totalmente del ser humano que tienen al lado, evitando la interacción que se podría dar  en vivo y en directo.

relaciones virtuales

Nos estamos convirtiendo en una sociedad virtual,  lo importante pasa en ese ciberespacio de imágenes y palabras.  La información no es lo mismo que la comunicación, podemos estar hiper informados, mantenernos al día en muchos temas de nuestro interés  y  sin embargo totalmente desconectados de los otros. ¿Podemos crear o mantener una relación virtual?. Podría parecer que una es la relación a través de las redes y otra muy diferente es cuando te encuentras con esa misma persona en la calle, es extraño; ¿será que es más fácil escribir que decir lo que se siente?.  ¿Los besos y abrazos que podemos escribir a través de mensajes en chats también los podemos expresar en directo?

 

Mientras más datos circulan por las vías de información parecería que más lejos nos encontramos de compartir momentos significativos; si algo nos disgusta de alguien en la red simplemente lo bloqueamos, lo eliminamos o le dejamos de seguir. En la vida real la cosa no es tan fácil, así la tolerancia se vuelve algo necesario a desarrollar para poder mantener una relación de largo tiempo, tener un amigo con puntos de vista diferentes, requiere una amplitud, que permita encontrar los puntos de acuerdo.

 

contacto o sin tacto.

Los días parecen transcurrir de la misma manera, qué es lo que me ocurre, parece que frente a mis ojos todo ha perdido color, la vida está como siempre,   yo no estoy como siempre, más bien no se como estoy.  Nada nuevo ha sucedido, siento que no tengo con quien compartir, tengo mucho amigos en la red y muchos de ellos son atentos, comentan y me mandan mensajes,  sin embargo cuando quiero afecto, no me reconforta abrazar a mi computadora.” Palabras de una paciente en su primera cita.

 

Hemos perdido el tacto alejándonos del contacto humano, el otro día en un muro del ciberespacio, alguien publicaba su profundo pesar por la muerte de un pariente cercano, de pronto en ese mismo instante el hijo del difunto le preguntaba qué había pasado; como este hijo vivía en otro país se enteró de la muerte de su padre por un comentario público.  ¿Qué nos pasa? ¿Es más importante lo que publicamos en tiempo real que la relación que podemos tener con otro ser humano?.  Tal vez cada uno debería responder sinceramente esta pregunta.

tan cerca y tan lejos.

El vacío emocional es un mal de las grandes ciudades, donde miles de gentes transitan por la calle día a día, donde vivimos todos en parcelas diseñadas para el efecto y estando tan cerca estamos tan lejos, todo ocurre rápido, la rutina diaria tiene una velocidad establecida que limita el contacto humano, no hay tiempo para tomar un café con el vecino, ni para pasear comentando sobre la vida.  Llega a tal punto la desconexión, que hay personas con las que nos encontramos a diario en el mismo lugar y ni siquiera se animan a saludar, como si mantener lo mínimo de cortesía les comprometiera en algo.

 

Como sociedad nos encerramos cada vez más en nuestros mundos virtuales, todo está en el computador, la música, las películas, la vida de los demás.  Por eso no es de sorprenderse que tanta gente se sienta sola, no encuentre con quien compartir la vida; qué pasa con lo más tangible, qué pasa con el calor del contacto, qué pasa con la mirada, qué pasa con el abrazo, en fin con la compañía. 

 

Más de una persona busca terapia porque no sabe que hacer con la soledad que siente, hemos olvidado que en parte somos gregarios y que necesitamos de los otros para nuestra salud emocional, esquivando las relaciones solamente entramos en un círculo de aislamiento que tiende a profundizarse más y más.

 

El fenómeno de la soledad en las grandes ciudades puede tener que ver con que nos volvemos cada vez más individualistas, más separados de los otros, más interesados en producir y que algo sea productivo; por eso las reuniones de trabajo ocupan cada vez más de nuestro tiempo, buscamos socios, hacer alianzas estratégicas, nos movemos por intereses materialistas.  Y las formas artificiales de escape son los excesos y las adicciones, que crean vacíos aún más profundos. Dónde está la conciencia de lo que nos es afín, nos gusta, nos sienta bien.

 

En una misma casa ahora cada cual tiene su propio medio para entretenerse, entonces no hace falta ceder, ni compartir, ni acordar nada, cada cual en su lugar a una apropiada distancia del otro es absorbido por su propio mundo de intereses, con quién se comenta, con quién se discute, con quién se reflexiona, probablemente es más fácil hacerlo con alguien a kilómetros de distancia, que con alguien que vive en la misma casa.

desesperanza.

No nos debería sorprender las cifras escalofriantes de suicidios.  El suicidio es una cosa de todos los días y a cualquier edad.  Es extraño pensar que sociedades en que están suficientemente cubiertas las necesidades básicas se presente de una forma más brutal la percepción de vacío.  No es la necesidad de sobrevivencia lo que desespera a esas personas, sino la carestía de afecto y compañía, la falta de tiempo para entablar una relación.

 

Tal vez por eso el suicido infantil y adolescente se ha incrementado en los últimos años, la obsesión por un mundo individual ha llevado a convertirnos en sociedades sin esperanza, violentas absolutamente; violencia que se expresa con el desinterés por lo que el otro es. Hemos olvidado  que necesitamos del alimento emocional que nos proporciona la compañía humana, que no tiene sentido producir más y más, inflar la cuenta bancaría o trabajar como si no hubiera mañana; sino podemos compartir con alguien lo que somos.

simplemente compartir.

Volver a reconocer lo mucho que nos interesa compartir, disfrutar, reír, llorar, abrazar, acunar, hablar con alguien.  Que regalo tan grande es compartir nuestro tiempo con otro ser humano.  Cuanto valor tiene aquellos momentos sencillos y hermosos de estar en compañía.  Volver a lo simple no es nada más que disfrutar de la presencia, sin otro propósito que lo que convoca el momento.  Tal vez podríamos sanar esta epidemia de soledad, si ponemos en primer lugar lo que requiere la sensibilidad humana y permitimos que nuestra búsqueda de afecto y compañía nos libere de los espejismos de la superficialidad.

 

Ojalá las nuevas formas de mantenernos conectados, logren precisamente este objetivo, vincularnos con otros seres, abrir las puertas de las afinidades y provocar encuentros más significativos, así lo que hoy nos aleja tal vez un día cree puentes que en verdad nos acerquen a otros corazones; dependerá siempre de nuestra actitud.

 

 

Dra. Isabel Ayala Vera.

PSICOLOGA CLÍNICA

INGENIERA COMERCIAL

ANALISTA JUNGUIANA

+593996050245

Los derechos del texto y las fotografías son de Paola Isabel Ayala Vera. Se puede citar el presente artículo con la debida referencia