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TUS DERECHOS Y LOS MÍOS.

Varios meses después de la declaración de pandemia, ya se cuentan las heridas que hemos sufrido como humanidad. A estas alturas del proceso, cada quién ya sabe de alguien cercano que se ha contagiado y tal vez de algún conocido que ha muerto. También algo se sabe de las secuelas económicas y sociales. Lo que al momento todavía no se sabe es el rumbo que tomará en los próximos meses la crisis.

 

 

Lo que se puede ver desde la consulta, es que los mecanismos de sobrevivencia de las personas están alerta y tratan de equilibrarla en medio de tanta incertidumbre. Para este momento ha pasado lo que se esperaba, las personas están agotadas, de muchas formas diferentes y por diferentes situaciones desde sus vivencias personales, agotadas del encierro, agotadas de la zozobra, agotadas del miedo, agotadas de la espera.

 

 

Para muchos la falta de contacto cara a cara fuera de su propia casa se ha vuelto insufrible, tanto que se han empezado a generar encuentros permitidos o no, algunas personas han tomado la resolución de verse cueste lo que cueste, han decidido que ese es su derecho y por lo tanto así lo están viviendo.

 

 

El problema de esta decisión es que a veces no es consensuada con los otros miembros de la casa. El problema es que una persona se exponga sin considerar a las demás, ésta elección en el mejor de los casos genera tensiones en las relaciones de convivencia y en el peor de los casos abre la puerta al contagio y con ello a todas las posibles consecuencias de la enfermedad.

 

 

La cuestión que esta pandemia nos presenta entre muchas otras es definir dónde terminan los propios derechos y dónde empiezan los derechos de los demás.  Parece que ese antiguo tema aún está muy lejos de un equilibrio.

 

 

EL SUFRIMIENTO.

Las personas están sufriendo y esto se manifiesta de diferentes formas, los síntomas del pasado regresan, no es para  menos la tensión constante a la que nos hallamos sometidos no da tregua, los casos de insomnio, de agotamiento constante, las alergias, jaquecas y los variados síntomas gastrointestinales están a la orden del día.  El cuerpo responde a la crisis desde donde puede hacerlo, haciéndonos saber que está luchando por encontrar un equilibrio, mostrando síntomas que nos conduzcan a movernos y desde allí reflexionar lo que es perjudicial, esto evidencia que el estrés está rebasando la esfera de lo psicológico y se traslada a lo físico.

 

 

Sin embargo tomar decisiones definitivas en las presentes circunstancias en cuanto a lo que nos es nocivo, puede ser difícil y en algunos casos imposible. Simplemente la pandemia queramos o no pone límites a nuestro accionar, marcando un ritmo propio. 

 


 

LA OPORTUNIDAD.

Sin embargo también desde el consultorio se ve como la crisis al poner en marcha el instinto de sobrevivencia ha  activado de forma potente distintas destrezas en muchas personas, unas conocidas ya y otras en cambio que nunca antes se las tenía en cuenta, simplemente surgen frente a la necesidad de estos momentos.  Se ve también la otra cara en respuesta a la tensión, en consulta en varias personas se han acelerado procesos de consciencia y maduración, la urgencia de asumir formas más saludables de vivir por ejemplo, la capacidad de percatarse de la responsabilidad propia en diversos asuntos que minan la calidad de vida. Se ve cómo las personas en medio de las dificultades que se presentan, que no son pocas al momento, van generando alternativas viables para continuar, alternativas que exigen flexibilidad y adaptación a las circunstancias.  Muchas con ímpetu y decisión ponen manos a la obra con los recursos de su personalidad nuevos o antiguos que aparecen como un salvavidas en medio del océano. El potencial humano creativo está también a la vista, no hay tiempo para quejas, es tiempo de acciones para el bien individual, familiar y comunitario; se ha levantado un nuevo impulso, una forma de mostrarse, una nueva forma de colaboración y empatía.

 

Tal vez está sea la respuesta para ganarle la partida a esta crisis humana, recordar que al respetar a otro se ejerce también el respeto a uno mismo, y que el bienestar ajeno contribuye al propio bienestar. No todos seguirán este camino, sin embargo las personas que puedan poner sus dones al servicio de la superación de las dificultades en que nos vemos embarcados como humanidad estarán haciendo lo que les corresponde.  Hacer lo que a uno le corresponde en cualquier situación es el principio fundamental que transforma la crisis en una oportunidad.

Dra. Isabel Ayala Vera.

PSICÓLOGA CLÍNICA

INGENIERA COMERCIAL

ANALISTA JUNGUIANA

+593996050245

Los derechos del texto y las fotografías son de Paola Isabel Ayala Vera. Se puede citar el presente artículo con la debida referencia

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