El desapego conduce a la paz interior basada en la conciencia y la aceptación de lo transitorio, pero sobre todo a una plenitud de vivir más allá de la fijación de que algo o alguien nos darán felicidad. ¿Será eso posible?
Eso que está más allá de nuestras manos, aquello que no corresponde a nuestra voluntad, lo que nos presenta la vida y no hay ninguna posibilidad de eludirlo.