La vida se compone de experiencias, es verdad, sin embargo entre menos significativas sean las experiencias la vida misma se vuelve menos significativa.
Si prestamos más atención y nos detenemos a percibir lo que vamos sintiendo en medio de una discusión y más aún si nos percatamos de nuestro diálogo interno; nos podemos llevar una sorpresa. Lo que está entre líneas es mucho más interesante, profundo y verdadero que lo que le expresamos a nuestra pareja desde el enojo.
Este amor es aquel que encuentra una forma de perdurar, de crecer y madurar en el tiempo; es un amor que acompaña, que evoluciona como evolucionan sus partes, este amor es difícil a veces, contundente cuando se necesita, es un amor que aprende a conocer al otro y a pesar de eso; saber que se quiere estar ahí. Es un amor que en un momento del viaje se develará totalmente humano, sin poses ni conveniencias, simplemente luz y sombra.
La pasión se despierta, en esos primeros momentos de arrebato y encantamiento con el otro. En la idealización de lo que esa persona representará para la vida y lo que juntos en un momento pueden llegar a ser. La necesidad de estar juntos, de compartir, de propiciar encuentros y sentir el amor se convierte en una necesidad tan fuerte como respirar. En ese momento la presencia del otro nos devuelve la imagen idealizada de nosotros mismos, lo dignos que somos de amor, y la pasión que podemos...