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la pareja como espejo.

EL INICIO DEL AMOR.

 

 

La pasión se despierta, en esos primeros momentos de arrebato y encantamiento con el otro.  En la idealización de lo que esa persona representará para la vida y lo que juntos en un momento pueden llegar a ser. La necesidad de estar juntos, de compartir, de propiciar encuentros y sentir el amor se convierte en una necesidad tan fuerte como respirar.

 

En ese momento la presencia del otro nos devuelve la imagen idealizada de nosotros mismos, lo dignos que somos de amor, y la pasión que podemos despertar en alguien.  La búsqueda del reflejo de la propia imagen es inconsciente, es un instinto en el cual la gama de emociones y muchas veces pasiones que se ponen de manifiesto borra cualquier racionalidad, nos ha tomado el amor y mágicamente entramos en el deleite de la fusión.

"Un hombre que no ha pasado a través del infierno de sus pasiones, no las ha superado nunca" Jung.

PERDERSE EN LA IDEALIZACIÓN DEL AMOR.

Por eso muchos enamorados olvidan quienes fueron hasta ese momento, puede haber cambios evidentes en su forma de vida, en sus gustos, incluso en los valores que hasta entonces regían su manera de ser.  Se han perdido en el amor y el amor se convierte en todo lo que necesitan para vivir.

 

Ese amor tan impactante, puede traer a colación matices de la historia personal no superada, ese amor puede despertar lo que ha sido guardado desde la infancia, desde esos primeros momentos, en que la relación con el primer amor, la madre o su sustituto, lo era todo.   Entonces puede emerger la fantasía de la resolución a través de este nuevo amor, un amor que será como una fuente inagotable de afecto de la cual se puede beber hasta saciarse.  Esta idealización hace que la persona se llene de esperanza en un sentido profundo, pero que también idealice al amado de forma excesiva.

LO QUE EL AMOR EVIDENCIA.

La relación fluye como el agua, mientras los dos dos se idealizan e idealizan  la relación, todo parece que se resuelve.

 

Este momento del amor permite también que la persona se dé cuenta de todo lo que es capaz, de todo lo que está dispuesta ha hacer por amor, es un momento en que puede salir a la luz también capacidades desconocidas, fortalezas hasta entonces ocultas.

Los reclamos y las frustraciones surgen cuando a la vista la realidad del otro, no da a la medida de lo idealizado, cuando no es capaz de darnos eso tan verdadero que estamos buscando, cuando ese amor no alcanza para curar las heridas, ni superar el pasado, ni tampoco para encontrarse con un futuro sin sufrimiento. 

LAS POSIBILIDADES DE AMAR.

Cuando el desencanto se presenta, dos caminos se abren y de la elección dependerá las lecciones que se pueda asimilar de esa experiencia de amor.  Es el momento en que la relación se puede hacer añicos, porque ahora la relación no ofrece las garantías de trascendencia esperadas, entonces se alzarán las velas y la persona irá en busca de un nuevo y perfecto amor, inexistente.

 

Por otro lado, puede ser que de las cenizas del apasionamiento surja como una decisión más realista hacer un camino de amor, con esa persona que no nos va a curar, ni nos va a evitar sufrimientos, ni nos va a llenar los vacíos.  Y sin embargo es alguien con quien vemos factible caminar.

 

Pero también hay otra posibilidad, peligrosa y destructiva, no es algo que se pueda elegir, es algo que puede tener una fuerza tan avasalladora que parece que no hay salida.  Es que uno de los dos se quede en la idealización, vea por los ojos del otro, sienta por su piel, y entonces el amor lo ha consumido de tal manera que ha perdido su norte, su identidad.  Esa relación puede durar años, puede durar toda la vida, pero en esa relación no hay dos.  Hay uno que decide, que manda, que elige y otro que le acompaña sin incomodarle, porque está a su servicio, porque no se desencantó y por lo tanto perdió la oportunidad de saber quien era.

ENCONTRARSE CON EL AMOR - ENCONTRÁNDOSE A SÍ MISMO.

Si optamos por apostarle al amor, y podemos sobrepasar con la misma pareja el tiempo de total fantasía, no significa que nos hemos curado de la idealización y que vamos como seres trascendidos sin expectativas a una relación total y absolutamente madura, nada de eso.  Simplemente  que hemos dado un pequeño paso, un atisbo, una posibilidad de ver que el otro puede ser reconocido como un ser aparte y nosotros también.

 

Pero el amor tiene vericuetos y de vez en cuando nos volverán los temores de sentirnos solos, incomprendidos y vulnerables; estos malestares pueden venir de la relación, de la vida en sociedad, de las diferentes crisis de cada etapa, pero sobre todo la insatisfacción viene de nuestra profunda necesidad de encontrarnos a nosotros mismos en verdad, ya no en el otro como espejo, sino de encontrar quienes somos más allá del reflejo que vemos.

 

Dra. Isabel Ayala Vera.

PSICOLOGA CLÍNICA

INGENIERA COMERCIAL

ANALISTA JUNGUIANA

+593996050245

Los derechos del texto y las fotografías son de Paola Isabel Ayala Vera. Se puede citar el presente artículo con la debida referencia