· 

TIEMPOS DE INCERTIDUMBRE.

Es el momento que nos ha tocado vivir, así nos debatimos entre lo que podemos y no podemos hacer.  Hay restricciones externas e internas frente a lo que ha propiciado esta pandemia, los gobiernos promulgan una nueva normalidad que no saben ni ellos mismos a dónde nos conducirá.  La vida no se puede detener, porque eso tampoco es factible para la sobrevivencia, pero tratar de volver a la vida anterior por el momento es una fantasía.

 

DECIDIR.

Llega un tiempo en que tendremos que decidir. En cada ciudad, las autoridades políticas establecerán medidas sociales para reincorporarnos a las diferentes actividades productivas, pero eso no garantizará nada, únicamente servirá para reactivar las actividades económicas, que sí son muy importantes para generar ingresos que permitan vivir, pero no coherentes con lo que significa el cuidado de la salud en el día de hoy.

 

Cada situación personal es diferente y por lo tanto la decisión que se tome al respecto deberá ser analizada desde esta realidad. En que medida se volverá a tener una vida social dependerá de cada persona y sus circunstancias.

 

AISLAMIENTO.

Las personas tenemos tolerancias diferentes tanto al dolor físico como al dolor psíquico.  Por está razón hay personas que les cuesta mucho más lidiar con el aislamiento. Por un lado la persona que traduce el aislamiento como soledad, bien por sus características personales o por el momento de vida en el que están. Cuando la cuestión es la sensación de soledad, existe la urgencia de entrar en contacto con otros. ¿Me pregunto a qué nivel realmente dadas las circunstancias podremos entrar en contacto con otra gente en los siguientes meses? ¿Qué es lo que va a suceder con las interacciones?¿Dónde y cómo nos vamos a encontrar?¿Qué sensación experimentaremos en estos encuentros? Creo que la respuesta a estas preguntas cada uno las tendremos que dar de acuerdo a lo que iremos viviendo en el futuro cercano.

 

Por otro lado cuando el aislamiento pone a la persona en una realidad que se vuelve pesada con el paso del tiempo, si la relación de convivencia se va complicando con la persona con la cuál le ha tocado vivir el aislamiento, si se dan problemas por los espacios compartidos o por los tiempos de interacción, o si hay cuestiones que no llegan a un acuerdo.  La casa puede convertirse en un lugar en el que uno no quisiera estar, dentro de esta posibilidad también está el tiempo de permanencia, no es lo mismo unas pocas horas de compartir un espacio que todo el día por un largo periodo de tiempo, pueden salir a flote los miedos, las ansiedades, las contradicciones más profundas, generando un clima de incomodidad.

 

¿Cuál es la supuesta normalidad a la que volveremos?¿Cuál es la vida que fuera de la puerta de nuestras casas nos espera? ¿Qué es lo que cada uno siente frente la soledad, al exceso de la misma compañía o a la falta de alguien que por cualquier razón no se le puede ver?

 

LO MÁS PROFUNDO.

Las crisis tienen esa cualidad de sacar a la luz  aquello muy bien guardado, emerge entonces lo pendiente, lo doloroso, lo no contemplado, lo que de alguna forma no se tramitó en otros momentos de la vida, pero que en vista de las condiciones únicas en que hoy vivimos ya no tiene espacio dentro de uno. Puede aparece el caos. Si la persona lucha contra lo que está sucediendo y no hay forma de resolverlo, de nada le servirá, al final la lucha se dirige hacia sí misma.

 

Puede aparecer una sensación de constante insatisfacción, la sensación de que lo que nos ha sido quitado se lleva también cierta valoración sobre  nuestra vida.

 

BUSCAR COHERENCIA.

Nuestro cerebro tiene por costumbre buscar las razones y la coherencia lógica de lo que nos pasa en la vida, por eso frente a cualquier cambio que experimentamos gastamos nuestro tiempo pensando en cómo se dio, que implicará en el ahora y hacia dónde nos conduce.

 

En tiempos de incertidumbre llegar a esa coherencia mental es un tanto difícil, pues no se sabe exactamente lo que origina la crisis, no se sabe la forma más segura de actuar frente a las circunstancia, y peor el pronóstico que está crisis tiene, nadie nos ha podido decir a ciencia cierta lo que se espera los próximos meses.  Ese es el problema de la situación tal cómo la estamos viviendo, mucho es incierto, estamos viviendo una especie de ensayo error, en vista de lo que en el momento va sucediendo se toman las decisiones sin mayores certezas de sus efectos.

 

LO ESPERABLE.

Nuestro cerebro buscará sin tregua las posibles soluciones a estos eventos, es por eso que nuestro sistema nervioso responderá con varios síntomas, uno de ellos son los trastornos del sueño, ya varias personas están durmiendo menos de lo normal, o amanecen cansados aunque hayan dormido suficiente o se despiertan a la madrugada y no logran nuevamente conciliar el sueño.  Nuestro cerebro no para de pensar en las posibles formas de resolver la cuestión, el lío es que esas formas no solucionaran lo que estamos viviendo, sólo serán posturas individuales frente a la crisis. 

 

Tristeza sin aparente causa, también es otra forma de respuesta frente a la impotencia de lo que le toca vivir a la persona, empezar a sentir el ánimo decaído o tristezas que van o vienen, recordemos que el propio aislamiento puede ser el motivo que genera ese estado de ánimo, seamos pacientes con nosotros mismos.

 

Irritabilidad o cambios de humor, también puede ser una respuesta normal frente a la frustración, no hay forma de que uno puede permanecer estoico a tanta incertidumbre sin que le pase nada.

 

Ansiedad está relacionada con el miedo al futuro, miedo a enfermarse, a no ser atendido adecuadamente, a tener que ir al hospital, a no poder trabajar, a los peligros que pueden aparecer a nivel social, a la muerte propia o de alguien cercano, a un futuro incierto, entonces la  ansiedad puede aparecer como una respuesta normal.

 

Estas son respuestas normales frente a una crisis tan grande e inesperada como la que estamos viviendo, abrámonos a ser compasivos con nosotros mismos, a no exigirnos más de la cuenta, a no forzar una actitud positiva y falsa sin considerar que nuestras emociones y sentimientos son legítimos, tratemos de comprender que necesitamos tiempo para adaptarnos y que nuestro sistema nervioso está luchando para conseguirlo, seamos cautos también si alguna de estás respuestas nos parecen demasiado fuertes para lidiarlas solos, entonces busquemos ayuda, no todos respondemos igual frente a la crisis, es preciso reconocer nuestra forma única de ser y de buscar solución a lo que nos sucede.

 

Por ahora es así tenemos muchos retos frente a nosotros, busquemos los caminos más adecuados para enfrentarlos desde quienes somos, desde lo que está en nuestras manos. Recordemos que cada paso cuenta para continuar.

 

 

Dra. Isabel Ayala Vera

PSICÓLOGA CLÍNICA

INGENIERA COMERCIAL

ANALISTA JUNGUIANA IAAP

WSAPP 593996050245