CUALIDADES PERSONALES LA SEMILLA DE NUESTROS ANHELOS

Si conocemos los tesoros que contiene nuestro ser podemos compartirlos. Las cualidades de cada persona tienen mucho valor, aquellas contribuyen de formas inesperadas al entorno, aquellas cualidades que convocan y crean nuevas posibilidades de concretarse, es lo que habita como un anhelo profundo en la psique de cada ser humano.

 

CONÓCETE A TI MISMO.

Una frase que hemos oído con frecuencia. ¿Realmente comprendemos su significado, la profundidad de estas palabras?.

 

La mayoría de problemas de inconformidad con nuestras vidas corresponde a que hacemos todo lo contrarío de la máxima citada.  Vamos por la vida sin conocernos realmente, permitiendo que los eventos externos nos marquen el paso, que la sociedad o la familia establezcan el derrotero.

 

Conócete a ti mismo,  frase inscrita hace miles de años en el templo de Delfos, no puede ser más actual, en una sociedad estandarizada conocerse se vuelve vital, cuando el valor de la mayoría de cosas ha perdido su significado, nos encontramos frente a la saturación de todo lo que se puede alcanzar, mientras en otros extremos del planeta la carestía es aplastante.   Todo lo que se puede obtener no suma en satisfacción, sólo nos pone frente a una verdad ineludible, lo que realmente es valioso no se puede comprar.

Conocerse a uno mismo es ir más allá de la visión limitada por la marca o por la oferta, es contar con una identidad que se manifieste integra, independientemente del interlocutor, de la circunstancia o del lugar.

 

 

Una vez le escuche comentar a una mujer en un taller grupal: “soy como un camaleón me adapto a la ocasión”,  me preguntó: ¿Será adaptable realmente, o más bien se acomoda al medio para poder calzar, para poder sentirse parte de algo, para tener un grupo cueste lo que cueste?  Conocerse a uno mismo es la posibilidad de saber quién soy y también aquello que me diferencia sustancialmente de los demás.

 

DEJAR DE COMPETIR PARA ENCONTRAR LA VERDAD.

Socialmente desde los primeros contactos grupales, temprano en la infancia, se establece la forma en que un niño debe comportarse, la manera en la que debe aprender, el modo de interrelacionarse. Niños de factoría, vistiendo de la misma forma, mirando los mismos programas, comiendo la misma comida, divirtiéndose de la misma manera.  ¿Cómo no desconocer quién somos si ha eso nos conduce en todo momento la educación formal?.

 

Si aplacamos nuestra individualidad, si mandamos al cofre del olvido todo aquello reprochado, por las personas que supuestamente nos deberían formar;  entonces nos vamos deformando por la necesidad de aceptación social. De calzar en la norma.

 

En consulta muchas veces el trabajo principal terapéutico es percatarse de la hipnosis social, reconocer quién soy más allá de lo que he aprendido al respecto, constatar que no todo lo que es normal en una sociedad necesariamente es sano.  En esa búsqueda que se genera probablemente por un evento de crisis a cualquier nivel, la persona puede empezar a preguntarse ¿Quién realmente soy?.  Esa pregunta puede abrir una serie de inquietudes y cuestionamientos.  Que en el mejor de los casos permita una actitud de apertura al propio ser.

 

CUALIDADES PROPIAS.

Exactamente propias, de cada uno, a la manera de cada uno.  Descubrir las propias cualidades es percatarse de la forma en que se expresa nuestra individualidad, la manera en que nuestro equipamiento psíquico encuentra los caminos para fluir, las cualidades propias son los dones que la naturaleza impregnó en cada uno de una forma misteriosa y desconocida.  Estas componen la energía psíquica que como piezas de un rompecabezas van dando forma a la personalidad.

 

Si cada uno de nosotros puede descubrir sus potenciales, no sólo encontraríamos la forma más significativa de vivir nuestra vida, sino que también podríamos contribuir para un mundo mejor, entregando aquello que es tan valioso y que tanto bien puede generar en los demás.

 

 

Si todos tratamos de ser líderes, ganadores, exitosos por los trillados caminos de siempre, lo único que hemos conseguido en los últimos años, es una sociedad cada vez más neurótica y una población con síntomas neuróticos cada vez más tempranos.   Así como la antigua inscripción de Delfos, una verdad profunda es que no hay peor traición que la que uno mismo se hace, entonces cada vez que tomamos en la vida una elección en contra de nuestra naturaleza, estamos yendo en contra de aquello que hemos venido a expresar naturalmente al mundo.

 

COHERENCIA VITAL.

Actuar en consecuencia con los que somos, decidir en consecuencia de nuestros pensamientos y sentimientos, es la tarea vital. Estudios de décadas demuestran como la actitud coherente se relaciona en forma directa con la salud emocional,  si estamos saludables nuestros estados de ánimo equilibran los lugares en que nos desarrollamos.  Entonces los estados de ánimo o los conflictos de los demás son como corrientes de aire en un prado, las podemos sentir pero no nos afectan, ya que el equilibrio se encuentra adentro.  Porque la coherencia personal marca los matices de nuestra propia experiencia.

 

CUIDAR NUESTRA INTEGRIDAD.

Sólo es posible hacerlo, si hemos descubierto los componentes de nuestra integridad, si estos componentes tienen espacio de expresión en nuestro desarrollo cotidiano, si cada uno de los elementos de nuestro ser pueden considerarse no sólo deseables sino también necesarios, abrirnos a comprender nuestra integridad es abrazar nuestras cualidades y trabajar en las partes negadas de cada uno.

 

El cuidado de nuestra integridad se da de diversas maneras, una de ellas es la relación con el cuerpo, la forma en que consideramos nuestras particularidades físicas, la aceptación que tenemos de ellas; así como el cuidado cotidiano, el cuidado preventivo y curativo hacia nuestro cuerpo.

 

El cuidado de nuestra integridad también se da en áreas más sutiles de nuestro propio ser y entonces volvemos a “conócete a ti mismo” si logramos percatarnos del bienestar que sentimos en tal o cual situación, en la presencia de ciertas personas, realizando ciertas actividades, destinando nuestro tiempo de cierta forma; sólo entonces estamos siendo cuidadosos, amables, compresivos con nosotros mismos.

 

El más profundo encuentro sólo puede darse con uno mismo, nuestros anhelos solo pueden ser concebidos a partir de quienes somos, del material único e irrepetible de nuestra propia esencia, los anhelos son ese algo que nos inspira y que al realizarse nos trasciende, que nos hace seres humanos más conscientes, más humanos, que nos conecta con el alma que circula en los lugares más sagrados de nuestro interior.

 

Dra. Isabel Ayala Vera.

PSICÓLOGA CLÍNICA

INGENIERA COMERCIAL

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Los derechos del texto y las fotografías son de Paola Isabel Ayala Vera. Se puede citar el presente artículo con la debida referencia