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HAY QUE TENER UN PLAN.

¿Qué es lo importante de una vivencia?¿Cuándo algo tiene valor?¿En qué momento un evento de la vida se convierte en significativo?

 

Tal vez en una sociedad tan competitiva como la que vivimos hoy, lo que no se puede medir, pasa a ser solamente experiencia, sin mayor trascendencia, esto puede aplicarse a todo, nada va dejando huella, no porque en realidad no tenga valor, sino porque no se lo reconoce. Una vivencia por corta que sea, puede cambiar nuestra manera de pensar, de ver el mundo y de vernos a nosotros mismos.  Sin embargo abrirse a percibir esto, implica sentir, y ya hemos hablado de esto en otros artículos; sentir no está de moda, dejamos fuera los sentimientos, y tratamos de vivir desde las sensaciones, para que no nos duela cualquier cosa que se podría percibir como importante.

el acto de bloquearse.

¿Qué es lo que perdemos al bloquear el sentimiento?  Bueno no sentir no es posible, por más que reprimamos el conectarnos con estos espacios emocionales, tarde o temprano nos encontraremos sacudidos por aquello que tratamos de evitar, podemos tener un discurso muy armado para evitar ir al sentimiento, sin embargo si nos observamos con un poco de atención veremos como se cuelan en nuestras acciones, esos pequeños actos que delatan lo que estamos sintiendo hacia determinada situación o persona.  En bien o en mal, no hay forma de mantenernos fuera. Tarde o temprano nuestros sentimientos tomarán el mando, y entre más reprimidos estén más caóticos se mostrarán en nuestra vida.  Ese caos se debe a que la energía psíquica del sentimiento es muy poderosa, y mucha será la fuerza que tenemos que ejercer para mantenerla a raya, así que cuándo logre escapar de nuestra represión, saldrá de forma violenta y descontrolada, en el momento menos adecuado, en ocasiones de forma destructiva para nosotros, los otros o la situación.

 

el tabu de sentir.

¿Cuándo se volvió un tema tabú el sentir?  Me imagino que mucho tiene que ver con el deseo actual de que todo puede ser controlado, la necesidad quimérica de que se puede tener una vida tal y cómo se desea, de que realmente podemos conocernos totalmente y saber claramente por donde ir, desde la idea de que lo que mostramos es todo lo que somos, y que los resultados de la vida corresponden totalmente a nuestras acciones conscientes, llegando a concretar lo planificado.  Tal vez este es el error, la falacia que nos hemos y nos han contado.  Donde todo está dicho, todo está a la vista, todo está planificado y calculado de una determinada manera; como si pudiéramos caminar el sendero trazado por nuestra infantil idea de omnipotencia.  Tal vez este conjunto de creencias nos estén conduciendo a ser la sociedad más neurótica de todos los tiempos, dónde los problemas de ansiedad y depresión ya no son una rareza sino una constante, donde los problemas de la piel, de dolor de diferentes partes del cuerpo sin causa aparente es lo común, donde el colón irritable, la gastritis y todas las otras dolencias del sistema digestivo, tienden a normalizarse porque ahora son más frecuentes que nunca, donde la anorexia o la bulimia son el pan de todos los días, donde los tics nerviosos no son tomados en cuenta porque no hay tiempo para tomar en serio lo que el cuerpo nos dice.  Todo lo que psíquicamente no se hace consciente y no se encuentra como expresar, lo expresará el cuerpo, el cuerpo nos va a decir tarde o temprano lo negligentes que estamos siendo con nosotros mismos, lo agresivos que nos hemos vuelto con nuestra propia naturaleza, lo tiranos que hemos sido al reprimir todo aquello que no calza en nuestras ideas perfeccionistas sobre nosotros mismos.

 

libertad para ser y hacer.

¿Dónde estamos buscando la libertad?  Estamos buscando la libertad en una declaración de derechos, en las garantías del estado, en la normas institucionales, estamos buscando la libertad en cualquier tipo de interacción, es decir más bien en que ninguna interacción por ningún motivo nos saque de nuestro supuesto espacio de seguridad, en definitiva que no nos desacomode.  Estamos interpretando nuestra supuesta libertad como sentir que tenemos control sobre la vida.  Será que eso es libertad, será que con eso somos tan libres cómo supuestamente hemos querido.

 

Realmente lo dudo, de lo que se ve en terapia, generalmente no hay una sensación de mayor libertad que en el pasado, es decir décadas atrás, es todo lo contrario, estamos presos de prejuicios, de ideas rígidas de cómo debería ser la vida, cómo deberíamos ser y sobre todo cómo deberían ser los demás.  La flexibilidad de aceptar la vida no consta en las herramientas psíquicas actuales.  Tenemos un plan para todo, tenemos un plan para crear la ficción de que no estamos desprotegidos, tenemos un plan que es una pantalla de nuestros miedos. 

 

Fobias y rituales repetitivos, por qué tantas personas están viviendo diferentes grados de intensidad y manifiestan diversos síntomas que están clasificados en el trastorno obsesivo compulsivo, sí TOC, se trata de acciones repetitivas, muchas veces sin sentido como lavarse las manos en repetidas ocasiones cuando no es necesario o arreglar la casa aunque esté arreglada de forma compulsiva, o llevar a cabo una acción sin sentido como no pisar las líneas de las baldosas del piso, estos rituales generan una sensación de alivio frente a la ansiedad, se dan porque la mente no alcanza a sostener la tensión interna, la represión emocional ha rebasado el recipiente psíquico, y la ansiedad sólo se alivia, aparentemente y por un espacio muy reducido de tiempo, tratando de limpiar, ordenar y purificar el mundo externo.  Cuando lo que se tiene que volverse salubre es nuestro mundo interno, paradójico, tristemente paradójico. Por más que nos esforcemos en darle un orden a lo de afuera, sin considerar lo que nos está pasando dentro, el esfuerzo no nos conducirá a ningún lado, hemos arado en el mar.

lo grato.

Desde las corrientes espirituales se dice que la gratitud es un bálsamo para la vida, como nos vamos a conectar con la gratitud si estamos fijados en el error en lugar del acierto, en lo que falta en lugar de lo que hay, en la mancha en el mantel blanco, como podemos acceder a la serenidad, si no reconocemos que la vida es imperfecta en sí misma, y que a la larga eso no es nuestro asunto, ni tiene ningún sentido luchar en contra.  Cómo vamos a poder decir gracias, si nuestro egocentrismos nos dice que no tenemos nada que agradecer, si todo nos merecemos, si todo es poco para lo que somos.

 

Me temo que esto sólo tendrá solución, sí nos permitimos bajar la guardia, si no damos por sentado nada, y nos vinculamos con la vida y con los demás lo más completa e integralmente que podamos, sin reservas neuróticas, sin estrategias para no sufrir, con más sinceridad.  Comprendiendo que nuestra vulnerabilidad es parte de nuestra naturaleza, que el dolor es parte de la vida, que entregarse a cualquier cosa o persona siempre tiene un riesgo, y que eso está bien en definitiva, que sentir nos hace humanos, que sentir nos permite conectarnos con la vida, y si podemos conectarnos, podemos vivir.

 

Dra. Isabel Ayala Vera.

PSICÓLOGA CLÍNICA

INGENIERA COMERCIAL

ANALISTA JUNGUIANA

+593996050245

Los derechos del texto y las fotografías son de Paola Isabel Ayala Vera. Se puede citar el presente artículo con la debida referencia