La palabra Navidad está relacionada con la capacidad de dar y recibir amor. Con el tiempo de conectarse conscientemente con la paz. En los procesos psicoterapéuticos los recuerdos vinculados con haber recibido amor, son muy significativos, son los que dejaron una huella de valoración positiva hacia la vida y confianza hacia el camino personal. Estos recuerdos son importantísimos para la integración consciente de los dones más preciados a la totalidad del ser.
La expresión de los aspectos más positivos de cada uno, tiene su origen en las relaciones de amor primeras, donde aprendemos a expresar lo que somos y lo que sentimos, el trabajo terapéutico con esos tesoros que guarda el alma son indispensables para el desarrollo psíquico.
lo que está por nacer.
¿Por qué celebramos la Navidad? ¿Qué es lo que buscamos al hacer un alto a los asuntos cotidianos para conectarnos con esta fiesta? ¿Qué representa para nuestros sentimientos?
Muchas de las personas que acuden a consulta tienen tiernos recuerdos de sus navidades en la infancia, no son recuerdos de aquellos objetos materiales que recibieron, sino más bien del sentimiento de recibirlos, de la ilusión que despertaban.
Estos recuerdos son un material valiosísimo dentro de proceso psicoterapéutico, porque en esas vivencias cargadas de amor, está la posibilidad de la persona de trascender sus penas, sus angustias, sus temores y sus traumas, la psicoterapia al igual que la vida es un todo con sus luces y sombras, los destellos de luz, muestran los caminos de crecimiento para cada uno.
Una de las cosas más lindas a rememorar es la fantasía que se centraba en la sorpresa del regalo, un regalo envuelto en papel de colores brillantes debajo del árbol navideño, la espera a la media noche para abrirlo provee un misterio especial y encantador al momento. ¿Qué se aprendía con este ritual, qué se enseñaba con él? Pues muchas cosas muy profundas; a dar y a recibir, el intercambio de regalos con significado en torno a un símbolo tan antiguo como el árbol de navidad que en muchas culturas representa el misterio de la vida y la esperanza de la eternidad, cuyos bombillos y luces de colores que fueron reemplazando a las velas, la luz de la vela representa la esperanza y muchas veces la devoción por algo más grande que nosotros mismos, da un sentido a esa noche como hito de conexión con lo espiritual. En este ritual se aprende sobre la gratitud, se aprende el valor que tiene el gesto de alguien que piensa en nosotros y busca algo que nos guste, que nos emocione, que nos conmueva.
lo inolvidable.
No es el sentido materialista de la fiesta, no es el valor de lo recibido, es el sentimiento de ofrecer a otro algo. Al pie del árbol, los recuerdos infantiles vienen a la memoria repletos de imágenes de cuidado y amor, consigo un caudal de emociones, que despiertan el anhelo de atrapar ese instante por siempre.
Una de las situaciones más hermosas a trabajar en terapia es un recuerdo de amor, donde el padre o la madre están inmersos en compartir algo hermoso con su hijo o hija, es tan conmovedor porque los sentimientos más profundos salen a flote, algo que cala profundamente el alma del niño. Una parte del alma de la persona está protegida por este recuerdo amoroso, es la delicadeza de ese momento lo que hace que ese amor infinito se prolongue a través del tiempo, y que pueda trasladar su potencial saludable hacia el presente. Esto trae a la conciencia del consultante el valor de su existencia, con aquello, todo el amor que estuvo y que de alguna manera está disponible aún.
desde la fantasía a la realidad.
Los niños afortunadamente tienen el mundo de la fantasía a su alcance, y esa es la cualidad más bella de la niñez, lo simple se vuelve maravilloso, lo cotidiano es mágico, lo material encierra misterios. Son esos recuerdos de la infancia los que nutren la capacidad de amar del adulto, la capacidad de reproducir para otros aquello que recibió, la posibilidad de que en un momento específico del año la persona se conecte conscientemente con los afectos más profundos de su corazón y que recuerde que el amor está presente para ser vivido. La generosidad que se aprendió en la infancia no sólo se refiere a lo material, es la capacidad de brindar tiempo, cariño, compañía, alegría a los demás; esas preciadas cosas que vienen a dar contenido a la existencia.
Dar, recibir, agradecer, sentirse afortunado, son dones que se puede incorporar en nuestra vida, como medicina para los momentos difíciles.
lo esencial.
Que hermoso es ver en los ojos de una persona adulta recordar con tanto cariño un momento temprano de su vida, que hermoso es ver como el rostro se ilumina con esa inocencia, con alegría sincera, dulzura y esperanza. La conexión con las parcelas más saludables de uno mismo, es la que provee las herramientas para el desarrollo y la maduración del ser. También estamos hechos de los momentos sublimes de nuestra vida, también estamos constituidos por aquellos trozos de experiencia que nos conectaron con el amor, cuando se habla de volver a la esencia, precisamente en esos momentos de plenitud se expresa realmente lo esencial del ser sin ninguna restricción. Entonces recabemos en el pasado lo mejor de las experiencias, para vivir con mayor plenitud, para retornar a lo eterno en cada uno.
Dra. Isabel Ayala Vera.
PSICÓLOGA CLÍNICA
INGENIERA COMERCIAL
+593996050245
Los derechos del texto y las fotografías son de Paola Isabel Ayala Vera. Se puede citar el presente artículo con la debida referencia